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Carta a la mujer que fui: Perdóname por fallarte

Carta a la mujer que fui Perdóname por fallarte

Permití que te entregaras de más, que complacieras a todo el mundo por encima de lo que tú misma querías, que buscaras el bienestar de todos incluso por encima de ti misma.

Sacrificaste tu felicidad, tus momentos de tranquilidad, tu paz interna y el enorme corazón que habías entregado por completo. Y cada vez que lo hacías terminabas peor que la primera vez.

Perdón por haber permitido que nadie valorara lo mucho que entregabas de ti. Por ser siempre la amiga que estaba disponible para escuchar a pesar de sus propios problemas. La que complacía a sus parejas por verlas felices. La que escuchó y antepuso lo que su familia tenías por decidir. Sí, esa chica que hacía y deshacía por todos los demás, menos por sí misma.

 

La que después de cada decepción y traición supo reponerse y poner lo mejor de sí misma para seguir adelante. La que se entregaba tanto que jamás procuró conservar un poco de amor ella misma. La que va por el mundo salvando a todo aquel que lo necesite.

 

A ti que te olvidaste por muchos momentos de lo valiosa que eres, que te hiciste a un lado para que los demás fueran felices, la que permitió tanto daño por parte de los demás, a ti te pido perdón por no haberte valorado, por no haberte protegido de tanto dolor y decepciones, perdón por no haberte puesto en un lugar privilegiado, perdón por no haber tenido cuidado a quien le entregábamos el corazón, perdón por no haber sabido más fuerte e inteligente.

 

Pero también quiero darte las gracias, porque a través de todo eso que permitimos en el pasado hoy somos capaces de ser más egoístas y no dejar que nadie más disponga de lo que somos. Gracias por haberme enseñado que no todo el mundo merece ser parte de nuestra vida y que no cualquiera merece lo mejor de nosotras.

Gracias por no haberte rendido, por no haber desistido, por haberte levantado de cada tropiezo, y haber juntado los pedazos del corazón cuando lo rompieron. Gracias por no haber perdido la esperanza y haber conservado la confianza en que saldríamos adelante.

Hoy te prometo que nadie más volverá a lastimarnos y que nos concentraremos en una única cosa en la vida: ser felices.

 

Atentamente:

La chica en la que te convertiste.