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El poder de las palabras

El poder de las palabras

Una sola palabra es capaz de iniciar una guerra, o bien, de detenerla.

Sin embargo, la gente comúnmente no entiende esta parte, e incluso al decirlas no presta atención, haciendo que los demás tampoco las escuchen realmente.

¿Cómo puedes utilizar el sonido de tu voz para que las palabras tengan fuerza en quien te escucha?

¿Cómo puedes hablar poderosamente para que seas capaz de cambiar tu mundo?

Este artículo es para enseñarte que el poder que tienen las palabras, pero sobre todo para que aprendas a hablar de forma que la gente quiera oírte.

Para empezar, es importante que conozcas los 7 hábitos que tienen algunas personas a la hora de platicar, los cuales son conocidos como los 7 pecados capitales al hablar.

Según Julian Treasure, experto en sonido y comunicación, son los siguientes:

1.- Hablar mal de alguien. Aunque esto es común en la humanidad, desconfiamos de quien lo hace públicamente. Caso contrario, ya que, en realidad, admiramos a quien se muestra respetuoso con todo el mundo. Si no habla mal de nadie, no hablará mal de mí, lo que genera confianza.

2.- Juzgar. No juzgar. Si la persona que te escucha no se siente juzgada, se sentirá más tranquila y te escuchará con mayor atención.

3.- Negatividad. El cerebro no está preparado para escuchar NO, le cuesta procesarlo. La positividad es un imán para tu audiencia, por ello, cuando hables trata de hacerlo con frases positivas.

4.- Quejarse. Deja de quejarte, y actúa. Corrige lo que te disgusta, responsabilízate. Nos gustan las personas proactivas y resolutivas. «Si vienes con un problema, el problema eres tú. Ven con la solución». Convierte esta frase en un mantra para ti.

5.- Culpar. Si no te responsabilizas, buscas culpables. Pierdes credibilidad y quien te escucha puede sentirse aludido, lo que hará que su atención se vaya perdiendo, al punto de dejarte hablando solo o sola.

6.- Excusarse. Claro, si te quejas y no tienes la solución ni te responsabilizas, seguro que buscas excusas para prolongar el error o la situación desagradable. La gente quiere escuchar soluciones, no excusas.

7.- Dogmatismo. Si presentas una idea como verdad absoluta, agotarás la vía de réplica y denotas que no estás abierto a cuestionar tus ideas ni a escuchar la de los demás, así que las otras personas te devolverán con la misma moneda: la indiferencia.

Si queremos que nuestro discurso sea poderoso y efectivo, tenemos que evitar caer en los hábitos anteriores, para ello debemos basarnos en cuatro cimientos: honestidad, autenticidad, integridad y el último cimento el amor.

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Primer cimiento:

HONESTIDAD

No se trata de ofender a las personas, por ejemplo, decirle: “mira, que feo te ves hoy”, más bien, se trata de la veracidad con la que hablas, es fundamental que sea cierto lo que dices.

Segundo cimiento:

AUTENTICIDAD

Si bien es cierto, que puedes apoyarte en la forma de hablar de otros, no copies, las personas valoran más cuando eres autentico. Simplemente sé tú mismo al hablar.

Tercer cimiento:

INTEGRIDAD

Es hacer realmente lo que se dice, y ser una persona en la que alguien puede confiar

Cuarto cimiento:

AMOR

No es un amor romántico o de pareja, sino ser capaces de desear el bien a la gente

Por supuesto no sólo es importante lo que dices, sino cómo lo dices. A la hora de elaborar un discurso hay que tener en cuenta que el lenguaje no verbal tiene un poder tan grande o mayor que el propio contenido de lo que digamos para atraer y mantener la atención de la audiencia. Por ello debemos cuidar:

– El registro: depende en gran medida del lugar de origen de la voz: la garganta, el pecho o incluso el estómago. Cuanto más grave es la voz, más poder y autoridad ejerce.

– El Timbre: es la “textura” o la forma en la que sentimos la voz. Preferimos voces que son suaves y cálidas

– La Prosodia: se trata de la cadencia e inflexiones que utilizamos al hablar, que aportan musicalidad o monotonía a nuestro discurso, además de significado. Las personas que hablan en un solo tono se hace pesado escucharlas durante un largo periodo de tiempo

– El Ritmo: es la velocidad a la que hablamos. Puede ser rápido para transmitir emoción, lento si queremos enfatizar, o podemos también utilizar el silencio como forma de poder.

– El Tono: va muy unido al timbre. Se trata de los diferentes tipos de entonación que se hace de una frase: afirmativa, interrogativa, entre otros.

– El Volumen: cuanto más volumen más excitación, cuanto más silencioso más atención.

Esperamos que estos consejos te ayuden a atraer la atención de las personas a la hora de hablar, aplícalos y cuéntanos cómo te fue. ¡Éxito!